Después de que don Carnal,
considerado en alguna alegoría como un hombre mundano y amante de los placeres,
fuese retado por doña Cuaresma, así fue
el Saltador retado por el Risco en un Sábado de Piñata. Un día en el que cada
uno sigue su son sin quedarse atrás los saltadores y las saltadoras que como
todos los sábados acuden a la llamada del risco, quisieron danzar con la lanza,
su pareja, a cada paso, a cada brinco.
Mientras al fondo se oía el ritmo
carnavalero del Puerto de la Cruz, comenzamos la danza subiendo por un lado del
risco hacia Vista Paraíso. Llegando a su punto más alto, cruzamos al otro lado
del risco para su descenso hacia las huertas del Ancón a través de un camino por el que los saltadores
y las saltadoras bastoneamos a la
derecha, a la izquierda, hicimos pasos de lado “hasta el regatón” y dimos algún
pequeño brinco.
Habíamos descendido el risco pero
el ritmo de los saltadores y las saltadoras iba en crescendo y es que al son de
“Amapola, lindísima Amapola…” y con
letra “Peligrosa, lindísima Peligrosa…” una melodía nos llevó hasta ella, hasta
la Peligrosa en las huertas del Ancón a la que otros llamaron Sabrosa,
Envidiosa…la más certera sería PRECIOSA. Aquí se dieron los últimos pasos de
nuestro particular baile de piñata, hubo quienes danzaron con pequeños brincos
y otro quienes se atrevieron a danzar el regatón muerto sumergidos en el
silencio del Ancón.
Cati
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