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domingo, 5 de junio de 2016

“Tarucho” la ruta impresionante.


Día de salto, con el que culminan las rutas programadas para el curso del salto al pastor, en esta ocasión realizamos “Tarucho”, mole de roca, que custodia el caserío de Masca, inmerso en un paisaje de riscos y barrancos escarpados que no dejan nunca de impresionar, y que supera al objetivo de las cámaras.



Constituimos el grupo de salto, Fran, Juan, Javi, María José, Lourdes, Mirko, Tomás y un servidor. Se propone como alternativa a la tradicional ruta, salir desde el mirador de Masca, y realizar el sendero que sube hasta la degollada de Cruz de Gala, para desde allí atacar las laderas de Tarucho y llegar brincando hasta el caserío de masca. Un gran acierto, no solo por la logística, sino por la oportunidad de realizar un progresivo acercamiento al roque, en el que se disfrutaba de cada paso y cada imagen que captaban nuestras retinas, en un día despejado donde el horizonte quedaba inalcanzable. 

El acercamiento a Tarucho, lejos de resolver visualmente el paso a seguir hasta Masca, nos sugería más incógnitas por dónde discurriría la ruta, haciéndolo más atractivo a cada paso.
Parada para reponer fuerzas después del ascenso hasta la degollada, y nos situamos en una hermosa cresta, con la buena compañía de la fauna reptiliana de Teno. Encaramados como pudimos a las rocas que conforman la cresta, pudimos disfrutar de unas vistas sin igual.

Masca a nuestros pies, siguiendo la trayectoria del Barraco de Masca, el mar del que emerge impresionante y grandiosa la pequeña Gomera, a nuestra derecha se pierde la vista entre los barrancos y laderas de Teno continuando por toda la costa Norte de Tenerife, a nuestras espaldas, el Teide, coladas del Chinyero, Arenas Negras y a la izquierda, Santiago del Teide, y Los Gigantes. Disfrutado el momento, tocaba seguir disfrutando, pero de otra manera distinta, lanzas en mano, y a brinco, nos introducíamos en el paisaje que habíamos contemplado anteriormente, un sinfín de saltos por laderas de gran pendiente, pocos obstáculos, y que hacían sencilla, rápida y divertida la ruta. Casi sin darnos cuenta, llegamos a saltos con mayores requerimientos, más verticalidad, más técnica y precisión, que ponían a prueba nuestro temple, continuidad y habilidad adquiridos en el curso.
Llegamos a una gran meseta, que nos permitió contemplar donde estábamos y de donde habíamos venido, y el asombro se convierte en la principal sensación, fruto de la magia especial que envuelve el lugar, rico en una vegetación sin igual, que nos presta su cara más amable. Después de este punto y por si no hubiéramos tenido suficiente, el trayecto nos brinda más brincos, mas verticalidad, más roca, no somos nada en medio de aquel paraje, la vegetación y las roca nos engulle pero permitiéndonos participar de ella, el risco se muestra muy amable y complaciente, pudiendo disfrutar de cada salto.

Después de casi cuatro horas de descenso, llegamos al caserío de Masca, cansados pero satisfechos, con pocas palabras disfrutamos de un refrigerio en el primer bar que nos tropezamos, no recuerdo tantos silencios después de una ruta, pero tengo más claro que nunca que no hacía falta, nuestros cuerpos y corazones han compartido una experiencia única, cuyas sensaciones perdurarán por mucho tiempo. Un excelente y feliz día.

Escrito por: Iván Falcón herrera