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viernes, 24 de noviembre de 2017

UNA GUERRERA GUANCHE EN UN MUNDO MODERNO

            Esta historia relata como una guerrera guanche luchaba por conservar las tradiciones de su tierra canaria ante un mundo moderno plagado de costumbres extranjeras.
            
            
         Mientras sin remedio veía como parte de costumbres desaparecían, ella buscaba quien podía ayudarla a conseguir su objetivo. Un buen día escuchó hablar de un colectivo llamado Tagoror Chiregua cuya misión era enseñar a la gente a practicar el salto del pastor, unas costumbres que utilizaban sus antepasados guanches para trasladarse por sus tierras  por medio de los barrancos con una gran lanza. Ésta lanza era como parte de ellos, de hecho está empezando a aprender que tiene que depositar toda su confianza en la lanza porque con ella debes saltar grandes muros. De momento su experiencia está siendo fructífera aunque debe perder su miedo, porque por su camino le espera sitios muy bonitos pero complicados.
            
           
             No saben los satisfactorio que es para ella cuando ve que cada Sábado un grupo de gente muy ilusionada por seguir evolucionando en ésta práctica, y cuando finalizan derrotados pero con una sonrisa en la boca, se reúnen  para echarse unas cervecitas para unos, y otros refrigerios para otros, compartiendo opiniones, consejos y sobre todo muchas risas.


            Quiero agradecer a éste colectivo porque gracias a todos ellos se sigue practicando y conservando una costumbre muy autóctona, y si me lo permiten también quiero mencionar a otro colectivo llamado Red Taknara porque al igual que Tagoror Chiregua su objetivo es seguir conservando todas nuestras costumbres.


                                                                                                          VANE DÍAZ






lunes, 20 de noviembre de 2017

EL REGRESO OSCURO

Sábado por la tarde y por tercera vez me encuentro con mis compañeros y compañeras preparados para una nueva sesión de Salto del Pastor. Los vuelvo a encontrar sonrientes y como yo, todos están impacientes por comenzar. 

El día será algo diferente, subiremos un pequeño sendero para luego volver a bajar poniendo en práctica lo aprendido hasta ahora. La subida no es larga pero se hace dura, la forma de vida sedentaria de un informático no ayuda mucho. Una vez arriba esperamos un momento a que lleguen los demás, algo que aprovecho para recuperar el aliento hasta que por fin comienza el descenso. Empezamos la bajada haciendo uso de la técnica del bastoneo, al principio me encontraba algo torpe pero enseguida empiezo a descubrir como usar la lanza sin sentirla como algo ajeno. Sorprendentemente en algunos puntos del descenso me siento más seguro y más ágil gracias a esta herramienta. Recortamos incluso ciertas partes del camino bastoneando por lugares más empinados o incluso haciendo pequeños saltos que poco a poco nos suben la adrenalina y nos terminan de enganchar a esta actividad si no lo estábamos ya. 


Al llegar abajo me doy cuenta de que el recorrido se ha hecho corto, muy corto y muy divertido. Ahora nos dirigimos a la finca donde hemos practicado los días anteriores, unos bancales abandonados que nos vienen muy bien nuestro fin, ya que hay mucho espacio y obstáculos de diferentes alturas donde practicar. Aquí pasamos el resto de la tarde, intentado realizar los ejercicios que nuestros profesores Javi y Alex nos indican hasta que el sol, hostigado por el cambio de hora de invernal se oculta antes de tiempo y nos vemos obligados a marcharnos a oscuras, compartiendo las pocas linternas que tenemos. Una buena lección ya que nuestros profesores nos habían advertido de que siempre debemos llevar una linterna o frontal (entre otros elementos), algo en lo que no les habíamos hecho mucho caso pero creo que a partir de ahora nos tomaremos sus consejos un poco más en serio.





                                                                                                                       Simón M Negrín Martín

lunes, 6 de noviembre de 2017

NOS VEMOS EN EL RISCO



Llevaba tiempo viendo a personas practicar el salto del pastor. Las miraba con asombro y cierta admiración. Por eso, cuando llegó el día me apunté al curso de salto. Estaba dispuesta a aprender, aunque tenía bastante miedo. No me considero muy intrépida, pero eso no iba a paralizarme.


Tras tres semanas de práctica, con inseguridades, fallos, agujetas e ilimitados intentos he conseguido hacer mis primeros bastoneos efectivos. Esto supone una gran motivación para seguir adelante en todo este proceso de aprendizaje. Superar estos pequeños retos y celebrarlos para mí es la mejor manera de disfrutar este curso.


Pero no solamente estoy aprendiendo a saltar, cosa que parecía imposible si me lo hubieran contado hace algunos años atrás. También estoy llevándome un precioso regalo, me refiero a la buena compañía. El grupo de salto, con sus monitores a la cabeza y su buen hacer, está formado por diversas personas entre las que abunda positividad, risas, compañerismo, etc., entre otras muchas cualidades que me quedan por descubrir a lo largo del próximo año.



Me animo a dedicarle un sencillo poema al brinco, por la admiración que siento por esta antigua y exclusiva práctica de las Islas Canarias.








 EL SALTO DEL PASTOR
Aquella práctica ancestral
llamaba mi atención,
sincera en su caminar
para el cuerpo desplazar.
Clavaba el regatón
el humilde pastor
con la lanza subía y bajaba
hasta el sitio en cuestión.
Llevaba unas pocas cabras
y un desgastado zurrón,
se comía el gofio
con el frío o el calor.
Trabajo duro tenía el pastor,
mucho mejor lo llevaba
con el brinco inspirador.
Con sebo de cabra hidrataba la lanza,
cuidaba la madera,
ya que por ella deslizaba la cadera,
también la mano y la entrepierna,
y su tronco guiaba donde cayera.
El risco recorrió el pastor,
de la costa a la cumbre
nos dejó la costumbre,
¡y no desapareció!
grandioso legado dejó,
el salto del pastor.


Para finalizar este pequeño relato, quiero decir que el curso de salto es uno de los mejores planes de fin de semana, lo recomiendo 100%. Nos vemos en el risco.


María José Ruiz Hidalgo





jueves, 2 de noviembre de 2017

MI COMIENZO EN EL SALTO DEL PASTOR COMO BAIFO





        Mi pareja me comentó que iba  a empezar un curso de salto del pastor y que ella quería ir, y como no, yo me apunté con ella. La verdad que nunca sentí curiosidad por saber cómo se trasladaban  por los terrenos irregulares y barrancos los pastores de nuestra tierra, Canarias. 

       Empezamos el segundo día del curso ya que el primero estábamos de viaje y nos fue imposible asistir. Con mucha ilusión nos presentamos entre compañeros y empezó la experiencia con la explicación de los profesores sobre las técnicas para llevar la lanza: cómo colocar las manos, el cuerpo y las piernas, parece fácil, pero la verdad que se necesita mucha destreza y maña más que fuerza, aunque como buenos novatos usamos más la fuerza que la maña.

       Estuvimos cerca de 4 horas, bastante intenso, pero muy satisfactorio, regresamos antes de anochecer y terminamos tomándonos unas cañas para conocernos un poco más y hablar de nuestra experiencia como brincadores.
Esa misma noche acabé muy cansado y al día siguiente tenía agujetas por todos lados (la falta de costumbre), pero ya hoy no veo la hora de que sea sábado para continuar con mi segundo día, la verdad que me ha sorprendido, gracias profesores y compañeros,






Sergio Méndez Mora