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miércoles, 28 de marzo de 2012

Lomo la Rosa

Primer domingo de ruta… ¡¡y qué domingo!! Un día primaveral para ir a saltar.

Quedamos en el colectivo a las 10:00, a pesar de alguna confusión, después de cargar las lanzas, partimos en busca del tan ansiado café. Luego continuamos en dirección Tegueste. Una vez allí, lanza al hombro, comenzamos a subir por el camino de La Costa, llamado así porque era usado por las gentes del lugar para ir a la costa en busca de productos del mar, allí nos encontramos unas cazoletas que posiblemente sean de la época prehispánica. Comenzando el Camino de Las Lecheras (nombre que se le dio según la cultura popular, porque era transitado por las lecheras que sacaban por él la leche que posteriormente llevaban desde Tegueste a Santa Cruz. Observamos una era, en perfecto estado al llegar a la Degollada, utilizada por los campesinos para trillar los cereales cosechados en esa zona. Un poco más arriba pudimos disfrutar de la hermosa vista de la Mesa de Tejina en fusión con el Teide y el mar.  Pasando éste último tramo de subida llegamos al risco.

Todos estábamos ansiosos por comenzar a descender por el mismo pero unas colmenas hicieron que tuviéramos que cambiar de recorrido. Por fin llegamos a nuestro destino El Lomo de Las Rosas. El principio fue bastante sorprendente porque tuvimos que adentrarnos en él a través de su estrecha arista y apreciar la altura a la que nos encontrábamos.

La primera parte de la ruta en sí no fue complicada porque daba la posibilidad al saltador de escoger el salto que más se ajustara a sus posibilidades dando la oportunidad de poder elegir los diferentes tipos de saltos que hemos aprendido durante el curso; bastoneo, salto a pies juntos, salto de banda… e ir así perfeccionando las técnicas, aunque hubieron dos pasos en los que la mayoría del grupo tuvimos algunas dificultades para poder descender, es por este motivo que más de uno tiró de culo que cuando hay miedo es útil para principiantes.

Llegado el medio día pudimos disfrutar de nuestro primer almuerzo juntos (con siesta incluida). La segunda parte del descenso fue más distendida, aunque se comenzó a notar el cansancio acumulado en la primera parte. Finalmente llegamos a las piscinas de Bajamar, ante las atentas miradas de algunos bañistas y personas que paseaban por la zona; para darnos un recompensante baño y para jincarnos lo que apetecía, que el día estaba pa eso”

Pedri y Judit

jueves, 22 de marzo de 2012

Domingos en el risco.

Este domingo comenzamos con las rutas, nos veremos a las 10:00h en el colectivo. Iremos a brincar el Lomo de la Rosa en Tegueste y terminaremos dándonos un bañito en Bajamar. Así que será necesario bocadillo, agua, gorra o sombrero y bañador. Un abrazo

Los sábados del curso terminaron en el Ancón!!!!

Para los que nos leen hoy, soy Enrique, en nuestra mentalidad normalmente por condiciones meteorológicas adversas entendemos un temporal de lluvia, de esos que no hay quien salga de casa, que ya ni se ve el probar las botas de agua de colores de cuando éramos niñ@s, por cierto. Pero un día de sol radiante de casi 30 grados y con alguito de calima, ¿en casa?, al mar y cervecita se ha dicho¡ O eso pensábamos Sergio y yo cuando llegamos a las tres de la tarde al colectivo:
Enrique: -“estas condiciones meteorológicas son adversas para brincar” “esta calufa pide un bañito que está la playa arenada que parece verano, acompañada de un buen refrigerio, de esos de que bien se vive en Canarias…”
Estábamos casi saboreando la propuesta cuando llegó Juan y mando como el comandante “¡a coger lanzas¡”
Enrique: – Pero Juan, ¿has visto como está el día?
El intento de motín de los dos que se imaginan, rápidamente fue sofocado por los profes sacando lanzas al patio.
Juan – A la ruta, que, mientras no llueva el risco nos espera.
La lanza y el agua están peleados, a ver quien frena, o si el viento es muy fuerte puedes acabar brincando por el aire cual pajarito volandero. Debo reconocer que me adelanté y decidí sólo hacer el último tramo de ruta, es decir…2 saltos, eso si, importantes como después se verá, y así podía probar la temperatura del agua para cuando bajasen los alumnos, que creo el seguro no cubre cortes de digestión…pero no dejé de mirar hacia el risco: impresiona desde abajo ver como el grupo se iba desplazando por andenes y paredes verticales, en un acantilado que parece inaccesible. Sentado cerca de la pista donde termina el risco del Ancón, les vi hacer el último tramo y cuando llegaron:
Enrique – ¿Cómo les fue en el risco?
Juan: – Nos fue genial, el día se quedó estupendo para saltar, el viento paró y quedó la calima y el calor, la lanza se sentía caliente en las manos y quemaba la piel en los saltos más largos, valió la pena.
Enrique: – ¿Se trabaron en el primer salto?
Juan: – Cuando sintieron el aire del mar al asomarnos al risco antes del primer salto se les pusieron unas caritas de foto.
Enrique: – ¿De miedo?
Juan: – Privados, vencieron la temblequera y disfrutaron del risco, que la verdad es que nos regala unas vistas del valle increíbles, además de todo tipo de brincos. Se resolvieron muy bien la verdad. Que rápido ha pasado el tiempo y cuanto hemos disfrutado ya juntos. Este risco tiene algo especial, me encanta, y traer a los alumnos por primera vez es que se sale, sentir con ellos las ganas que tienen de brincarlo, escuchar sus primeras impresiones, ayudarles marcando los pasos y poder mirarlos mientras los resuelven por primera vez, es que se sale. El primer día del curso se los enseñamos de lejos y hoy lo brincaron, creo que ellos tienen que haber sentido que han avanzado, que son capaces y lo mejor de todo es que todavía quedan tantos riscos que brincar, aunque este sin duda es especial. Cuando llegamos al último tramo del risco y te vi escribiendo, pensé: y ahora los que quieran pa la playa que yo y los que quieran nos baños por dentro¿cómo bajaron?
Enrique: – Bien, dos saltos no muy complicados, pero en los cuales parece que si fallas acabarás siendo un pescadito más, – requieren concentración y confianza en las capacidades de uno, resolvieron con la siempre presta ayuda de los profes, dentro de poco tiempo verán, al volver a este paso, cuantas veces no nos creemos de lo que somos capaces –  y de ahí, a la arena aunque hubo que esperar, con aplausos y cantos de ánimo incluidos, a que Angélica se decidiera en el último brinco, porque pedía saltar a la playa cuando la ola bajaba, y ella no lo veía muy claro “¿y si sube la ola cuando estoy saltando?”, y claro, en esto subía la ola.
Juan:– Que bueno, tiene miedo a mojarse y hay que verla en el risco, jeje
Enrique:– Y encima el regalo de atardecer, mientras el sol dibujaba naranjas en su retirada en el horizonte, ¡por fin¡ un bañito y paseo por la playa de los Patos, casi un km de arena para nosotros solos, entre el blanco del romper de las olas y un acantilado que se mantiene todavía salvaje, buenísimo, ¿qué te parece?
Juan: –  Me parece que vamos a tener los domingos hasta junio muy entretenidos con este grupito tan bueno que se ha formado. Me hubiera gustado que estuvieran todos en esta ruta, los echamos de menos, tendremos que repetirla.
Enrique y Juan

miércoles, 14 de marzo de 2012

Barranco de Ruíz: afianzándonos en el risco y aprendiendo a convivir con la sensación de vacío en las laderas.

Como cada sábado desde hace ya cinco meses, acudimos a la cita con la actividad tan esperada durante toda la semana de salto del pastor y nos encontramos en el Rincón en la sede del Colectivo “Tagoror Chiregua”, en la Antigua Escuela Unitaria de este espacio rural protegido en El Valle de La Orotava. Donde a la llegada de cada uno de los miembros del curso se le agazapa con la habitual acogida y las muestras de cariño de las que desde siempre la gente que conforma el colectivo ha hecho y hace gala y de las que, por supuesto, se contagia todo el alumnado que pasa por la escuela.

Tras la bienvenida, la dosis semanal de calor humano en forma de dos besos y sentidos abrazos y compartir el devenir de lo que nos ha deparado la semana, se suben las lanzas al coche y acto seguido tomamos rumbo a Barranco de Ruiz, en el municipio norteño de Los Realejos y muy cerca de Las Aguas en San Juan de La Rambla. Una vez en el punto de inicio, al pie de la ladera, comenzamos a ascender, andando lanza al hombro y en mano, barranco arriba por el sendero que tantos muchas veces hemos bajado alguna vez. Ya el paisaje era diferente al hacerlo en ascensión y a una hora más o menos inusual para emprender pateos (después del mediodía, al comenzar la tarde, alrededor de las cuatro de la tarde). El día no estaba totalmente despejado pero nos permitía unas vistas privilegiadas del barranco, de la ladera de enfrente, de las cabras que por ella el cabrero hacía pastar y del majestuoso Padre Teide presidiendo la gran aventura que habríamos de experimentar. ¡Todo un espectáculo!

A mitad de la ascensión para llegar al punto de partida de la ruta, amenizada por las características charlas entre alumnos-profesores o entre nosotros(los alumnos), hablando de la ruta en sí, de anteriores experiencias en ella, de la vegetación, historia del lugar y demás, hallamos gracias a las indicaciones de Juan un grabado lineal en una roca a un ladito del sendero, un regalo de los antiguos.

Más arriba tuvo lugar la última parada técnica en el calvario de la Vera, en medio del monte, más bien de la ladera, para beber agua y tomar aliento tras la subida. Para acto seguido y sin mucha demora comenzar a bajar, nuevamente lanza al hombro y en mano, hasta llegar al Mirador del Masapé. Desde aquí iniciamos ya por fin el ansiado descenso con la lanza, descubrimos más pronto que tarde que el camino será excitante no sólo por el bellísimo paisaje del que vamos a disfrutar con unas vistas privilegiadas que sólo esta actividad, y seguramente el parapente, nos permite observar, sino también porque la ladera es bastante empinada y la sensación de vacío en el conjunto del lugar- puede que la mayor hasta ahora o bastante similar a la ruta anterior de Las Cuevas de Bencomo- es acojonante y hace se multiplique nuestra atención y concentración.

La ruta transcurre sin mayores novedades y disfrutando del lugar. Excepto para algunos rezagados que van a aprender a observar de manera más acertada el camino, para en la próxima ocasión ver las huellas del rastro que dejan las puntas de las lanzas de quienes van más adelante y de esta forma no perder el paso de vista. En esta ruta apenas se pueden realizar saltos a pies juntos o los que se pueden llevar a cabo son de escasa altura, los que se realizan requieren de mucha precisión. Mayormente el trayecto transcurre realizando bastoneo de mucha precisión. Casi llegando al final de la ruta, a la carretera, sucede algo inesperado por el alumnado, pero que los profesores, por supuesto, habían previsto, que era se nos hiciera de noche. Así que aprendimos también algunos, los más confiados y por ello patosos que a veces desobedecemos o nos despistamos de seguir ciertas indicaciones por las prisas u otras causas, que siempre hay que llevar frontal a cuestas por lo que pueda pasar, también el chubasquero.

También aprendimos, sobre todo yo, que aunque hayas caminado mil senderos no es lo mismo que saltar. Que hay muchas probabilidades de transitar terrenos inestables, con arenilla y piedras sueltas y que hay que ir con mucho cuidado (y más de noche y con algo de cansancio, pues apenas se ve y falla la concentración) en cada movimiento que se hace, sobre todo de los pies, que habrá que levantarlos con muchísimo sigilo y nunca arrastrarlos porque lo más probable es que arrastremos con las piedras que puede haber sueltas a lo largo del camino.

Esta parte última de la ruta que hicimos en la oscuridad, con linternas y la gran profesionalidad y experiencia de los profesores de siempre, Juan y Toñito, esta vez teniendo el ya habitual apoyo de Enrique y Horacio, fue toda una aventura, un aporte extra de tensión-emoción que se unía a la acumulada a lo largo de toda la bajada por la sensación de vacío y la concentración añadida de las últimas rutas, que empiezan a multiplicar la dificultad.

Una vez llegamos a la carretera la gente tenía un subidón poco habitual por la experiencia vivida en la oscuridad, donde creo que la experiencia nos ha de hacer avanzar mucho en nuestro empeño de dominar esta bella, divertida, ancestral, tradicional y tan canaria práctica del salto del pastor. La gente estaba alterada, excitada, casi con ganas de volver a subir y hacer toda la ruta nuevamente, pero esta vez toda a oscuras.

Sin lugar a dudas se ve que en general se va ganando confianza, el terreno va adquiriendo mayor dificultad y nos vamos afianzando en el risco y mejorando en la concentración y en la precisión a la hora de saltar. Hace unos meses no teníamos idea alguna y mirar una ladera de estas características seguramente nos parecía misión poco menos que imposible; ahora una realidad.

El salto de pastor es una forma muy efectiva y emocionante de cumplir pequeños grandes deseos. Desde siempre, desde pequeño, he visto en mis infinitos paseos por la zona, las laderas verdes y llamativas de cada rincón del Valle, del Norte y de la Isla, con unas ganas terribles de acceder a ellas y poderlas palmo a palmo disfrutar, con la intriga de qué me iría a encontrar. Ahora este sueño se está haciendo realidad y sé lo que estos rincones casi vírgenes esconden y que ahora se me revela: una mayor sensación de libertad en la convivencia con el entorno, otro maravilloso y único punto de vista de nuestra naturaleza. Y, lo más importante, que en lugar de un grupo de alumnos y alumnas acompañados de profesores, considero que somos en el risco la esencia de Tagoror Chiregua, es decir, gente con mucha vida, un grupo de excelentes personas compartiendo experiencias, aventuras y risas, destilando cariño por todos los poros, donde los de más experiencia o más avanzados enseñan y guían en este noble arte cultural a quienes tienen mucha ilusión por aprenderlo y secundar sus pasos, para continuar una vez concluya el curso compartiendo otras muchas rutas y experiencias a lo largo de la geografía insular y de las siete islas.

¡Gracias a toda la gente de Tagoror Chiregua, muchos de ellos amigos y otros camino de ello pero indudablemente personas buenas de gran valor humano, especialmente a Juan y Toñito, y a todos los compañeros y compañeras del curso por el ambiente tan entrañable que se ha creado. Tanto que el no poder quedarse a “el refresco de después” con su charla se ha convertido en unas ganas enormes, más aún, de que llegue el siguiente sábado para poder hacerlo!

Rober.


PD: Barranco Ruiz es un lugar que personalmente siempre me ha parecido de mucho encanto en las tantas veces que he bajado caminando por él en diferentes rutas. Pero esta vez ya de antemano tenía algo de especial, como especial es este curso que he retomado después de seis años, lo tuve que dejar a causa de la hernias discales que más tarde me descubrirían y que me impedían saltar sin luego resentirme en forma de terribles dolores de espalda, cosa que me hacía pensar que quizás nunca podría practicar esta práctica tradicional y ancestral que siempre me había llamado la atención… Y cuando a los dos meses de iniciado hube de abandonar el curso lo hice con todo el dolor de mi alma no sólo por abandonar dicha práctica sino por no poder disfrutar también semanalmente de las personas que conformaban el curso y el colectivo en general. Así que ahora es una inmensa alegría realizar cada sábado la actividad, como el premio a la perseverancia en la práctica asidua de ejercicios físicos específicos para superar dichas molestias y poder realizar entre otras esta actividad.


viernes, 9 de marzo de 2012

Alcanzar sueños. Avanzar. (Cuevas de Bencomo)

La tarde era perfecta. Clara e iluminada. Con calor, pero sin exceso. Anticipo de la primavera que llega. La ruta comienza en Santa Úrsula, por encima del Pinito y llega al mirador de Humbolt. Cuentan que Humbolt, al llegar a este punto, al ver la imagen del Valle de La Orotava enmarcado entre el Teide y el mar dijo que era el paisaje más espectacular que hubiera visto nunca, mientras caía de rodillas. Años antes que él, el Mencey Bencomo o Benitomo moró en las cuevas que pudimos ver en medio de la ruta. Entiendo por qué Bencomo eligió esas cuevas, y por qué Humbolt se arrodilló.

La ruta del sábado tenía mucho significado para mí. Hace algo más de un año, yo también estuve en la ruta de las Cuevas de Bencomo. Era también un día soleado. Un 8 o 9 de diciembre… en el encuentro de Taoro de Salto del Pastor… pero estaba entre el público que miraba embobado a aquellos/as hombres y mujeres descender por el risco, ágiles, ligeros, gráciles… Los veíamos saltar al llegar al mirador de Humbolt y los animábamos y aplaudíamos, admirando su destreza, su estilo (regatones muertos, metidos en las lanzas, engurruñaditos…) Este sábado pude sentir que yo también estaba cerca de ser uno de ellos. ¡Que subidón saltar a esa carretera! Sueño cumplido.

Cuando intentamos aprender algo es importante darnos cuenta de lo que hemos aprendido, de lo que hemos avanzado y mejorado. Nos reconforta y nos anima a seguir aprendiendo, a seguir poniéndonos retos, sabiendo que algunos ya están superados, que somos capaces de alcanzarlos. Cuando pienso en la segunda parte de la ruta, la Bajada a la finca del Ancón, no puedo evitar remontarme a hace apenas unos meses. En la misma ruta ya el primer bastoneo era…¡uff! , y sólo llegar al comienzo de la ruta (que no empezaba en ese bastoneo) ya suponía todo un reto. El sábado no fue así. El bastoneo continuo por la laja fue todo un regalo. Gracias a todos/as por ello.  No estamos aún preparados/as para todo, pero avanzamos. Superamos retos. Cumplimos sueños.

¡Hasta el sábado!
GELI