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jueves, 3 de abril de 2014


EN CHINAMADA 
Volvemos un domingo más a encontrarnos con un nuevo reto, a reencontrarnos un grupo de amantes de la lanza y de la naturaleza; vuelve a envolvernos el olor de la madera, del sebo y del aceite.
Esta vez nos encontramos en Chinamada, tempranito, con una hora de menos de sueño, día nublado, oleaje en la costa y olor a sal en el ambiente. Ante nosotros se alza el roque los hermanos que inmóvil espera a que lleguemos a coronarlo, y lo haremos un par… un buen par de horas más tarde. 

Empezamos un domingo de brinco, como no, con una caminata con lanza al hombro y mochila a la espalda. Con Petri ofreciéndonos las anécdotas necesarias para realizar un paseo más ameno buscando fauna y flora de la zona para que nuestra culturilla “plantil” aumente. Subimos y subimos, y hablamos y hablamos:
-¡Que bonitos son los cardones y su forma! ¡chicos, un tajinaste blanco!
Subiendo y subiendo llegamos al primero de los tantos descansos para llenar nuestros estómagos con algo de frutos secos, chocolate, fruta y la tan necesitada agua  y nuevamente en marcha, a un lado un risco precioso, que a cada paso nos haría más y más pequeños; la ladera en el otro, observa como cogemos altura y nosotros mientras, vamos enamorándonos del entorno y agradeciendo que el sol aún no había hecho acto de presencia.


- Por aquí hay muchos guadiles. Distinguir y conocer más plantas nos hace más sensibles a la riqueza del entorno ... y esto es una jocama...
Después de fotos, sudores, cambios de ropa , gafas de sol, tragos de agua para aplacar el calor etc.,  llegamos al BAR-RESTAURANTE perdido por aquel monte. Momento de beber y picar algo (qué rico el queso de la aldea con jamón con el que nos deleitó Garo y Coral), y un buen momento para hablar sobre muchas cosas y poder relajar los nervios de la bajada y también alguna broma:
-Enrique ¿qué planta es esta que no me acuerdo?
– Una tina..., digo que...  si atinas a saberla, genial.

Puesta en marcha pensando en los brincos que estábamos a punto disfrutar, un descenso que se presentaba emocionante. Primer salto, primeros nervios, pero finalmente escollo superado. El profundo barranco que dejábamos a la derecha nos hacía sentirnos verdaderamente insignificantes.


Dejando miedos en cada salto llegamos al merendero, en donde nos quedamos con la boca abierta… no solo por las impresionantes vistas si no por los manjares que salían de cada mochila. La belleza de aquella cueva con ventanal al mar y disfrutar de aquella comida compartida con este buen grupo, era todo un privilegio.


 
-¡Chicos y por aquí los cornicales que  en sus cuernos ocultan las semillas!
Luego retomamos la ruta dividiéndonos, el más que experto Fran, el saltarín Alexis y Daniel (un servidor) nos adentramos por la cresta de aquel impresionante barranco. El resto del grupo, al que veíamos que cada vez sus componentes se hacían más pequeños, prosiguió con el descenso por el camino hasta la degollada. 
Primer objetivo cumplido, atravesar aquella cresta sanos y a salvos...  pero con algún que otro arañazo y reencuentro del grupo para afrontar el reto de subir al roque de los hermanos. En este punto se separaron dos de nuestros compañeros: Kevin y Yoli.

Y allá nos fuimos, con paciencia y mentalidad ascendente conseguimos llegar a lo alto de ese maravilloso roque, el de los hermanos que nos esperaba expectante a que coronáramos su cima.
Por fin el ansiado descenso, peligroso en más puntos de los que nos hubiera gustado, pero bello y salvaje a cada momento. Una bajada que nos dejó saltos de regatón muerto de escándalo por parte de Fran, imágenes para el recuerdo, algunas, dejándonos con la miel en los labios como la de la  costa que divisábamos desde arriba que parecía que nada más con estirar la mano podías rozarla y también mucho calor. En este momento María José pudo superar el miedo a la pendiente gracias a su valor, coraje y fuerza de voluntad.
  
Bajada lograda, lanzas al rojo vivo después de un día fantástico, pero ¿qué mejor modo de acabar que con bañito en los charcos? Luego tentempié de calamares y helados como premio a nuestro merecido esfuerzo. Gente fantástica en un día inmejorable. Deseando volver a vivir de nuevo estas sensaciones.
 

Como siempre, Guille va al final.


DANIEL




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