Hacía tiempo que no salía con la
gente de la escuela de Salto del Pastor, por eso el domingo me encontré con caras
nuevas y como siempre, saludos, presentaciones y toda la parafernalia de elección
de lanzas, recoger mochilas, reparto de coches, etc, rumbo al Lajío. Yo miraba
al cielo y pensaba: esto va a ser un día embrumado, húmedo, frío y nosotros
encajonados entre las paredes de ese barranco..., lo imaginaba horrible, pero
no, no fue así, hizo un día espléndido soleado, sin frío..., daba gusto.
Subimos desde el caminero hacia Izaña
hasta encontrar la cabecera del barranco recién descubierta por un obstinado
explorador. El camino lo hicimos rápido, quizás por la ilusión de ver la nieve
en toda su extensión y salir de los incómodos pinos. El paisaje era espectacular
con contrastes entre la rojiza tierra y la blancura de la nieve, distintos
conos canosos aparecieron
delante del Teide; el verdor de los pinos, la retamas, la falsa conejera, la
luminosidad del día ... todo a nuestra disposición para disfrutar del descenso.



Roberto, Jose Fuentes, Daniel y
Alexis, junto a Fran fueron los más arriesgados, luego se animaron Kevin,
Guillermo, Pedro el Pika, Javi, y también las chicas lo hacían bien, Petri,
Lourdes, Mª José, creo que sólo Laura, convaleciente aún, se conformó con
practicar el gesto. Vi a Lourdes empeñada en perfeccionar los saltos a pies
juntos, cada vez que lo intentaba de altura mayor, miraba y miraba y dudaba al
colocarse para brincar y yo le animaba diciéndole: aflójate, aflójate, que en el leguaje del brinco es lánzate, lánzate...
y funcionaba.



El objetivo de practicar regatón muerto se cumplió y la mayoría logró
hacerlo muy bien y además todos, menos yo, lo intentaron. Chicos: adelante,
sigan así.
Pedro
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