Mi pareja me comentó que iba
a empezar un curso de salto del pastor y que ella quería ir, y
como no, yo me apunté con ella. La verdad que nunca sentí curiosidad por
saber cómo se trasladaban
por los terrenos irregulares y barrancos los pastores de nuestra
tierra, Canarias.
Empezamos el segundo día del curso ya que el primero
estábamos de viaje y nos fue imposible asistir. Con mucha ilusión nos
presentamos entre compañeros y empezó la experiencia
con la explicación de los profesores sobre las técnicas para llevar la
lanza: cómo colocar las manos, el cuerpo y las piernas, parece fácil,
pero la verdad que se necesita mucha destreza y maña más que fuerza,
aunque como buenos novatos usamos más la fuerza
que la maña.
Estuvimos cerca de 4 horas, bastante intenso, pero muy
satisfactorio, regresamos antes de anochecer y terminamos tomándonos
unas cañas para conocernos un poco más y hablar de nuestra experiencia
como brincadores.
Esa misma noche acabé muy cansado y al día
siguiente tenía agujetas por todos lados (la falta de costumbre), pero
ya hoy no veo la hora de que sea sábado para continuar con mi segundo
día, la verdad que me ha sorprendido, gracias profesores
y compañeros,
Sergio Méndez Mora
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