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lunes, 18 de marzo de 2013

El Ancón


Como siempre nos encontramos en el local, parece que hoy va a ser un día sin muchos profes ni alumnos (fiestas, comidas, competiciones), bueno espero que todos lo hayan pasado bien, o por lo menos también como lo pasamos nosotros haciendo esta ruta o por lo menos yo. Subimos hasta Vista Paraíso que es donde dejamos los coches y bajamos en dirección a la quinta para empezar a saltar, como no por supuesto seguridad ante todo camisetas por dentro de los pantalones, desde el principio Juan nos advierte que la ruta no es complicada pero que si que al principio hay uno salto un poco “raro”, y que también da mucha sensación de vacío ya que en todo momento estamos viendo el mar. Como no somos muchos y Juan no tiene mucha ayuda nos divide en tres grupos gracias a Javi y Bundi que fueron el apoyo. Empezamos a bajar y si que alguno tuvo cierta dificultad para hacer ese primer salto pero creo que al final lo salvamos bien. Continuamos bajando preciosas vistas como no y llegamos a la cueva donde hubo hasta sesión de fotos, que hay tiempo para todo.
Continuamos bajando sin mayores contratiempos hasta el “salto de Zenaida” - hay que hacer la ruta para conocer la historia-, en el que aprendimos como hay que iniciar el bastoneo cuando los pies están a distinto nivel. Continuamos bajando, como no, con Pedro, Alex y Roberto abriendo camino y bajando y subiendo en lo que esperaban por el resto que nos peleábamos con algún que otro tasaigo, que el que más o el que menos, creo que ayer se encontró con alguno.
En general es una ruta con bastante risco y bastante inclinada. Hacemos un último salto y llegamos a la peligrosa, en este punto Geli se despide de nosotros -por el momento-, ya que Diego tiene que comer y reclama su atención -en el fondo no ha sido tan mala como esperábamos compañera, para ninguna de las dos-.
Empezamos a bajar con muy malos recuerdos para mí por cierto y aunque no fue fácil debo de reconocer que esta vez no me pareció tan mala de hacer y lo mejor es que se que la puedo hacer. Al llegar a bajo como no Alex, Roberto y Lorenzo se pusieron hacer regatones muertos por cierto que cada vez son más espectaculares y más bonitos, felicidades chicos por el empeño. Particularmente me pareció un ruta genial creo que de las que he hecho en esta zona la mejor con diferencia y ahora entiendo que Juan dijese que era su favorita, aunque aún no me crea que sea yo la que lo diga. Lo mejor de todo es mirar hacia arriba y saber que fuimos capaces de bajar por allí.  Gracias a todos los que estaban por hacerme pasar un rato como siempre genial y a los que no estaban se les echo de menos, nos vemos todos el próximo domingo.

Mª José

lunes, 11 de marzo de 2013

Diario de un Francés infiltrado
Este sábado, Daura me habló de una práctica tradicional canaria que harían sus padres este domingo, el salto del pastor. Me dijo que podíamos ir con ellos, que se pasa en los riscos del monte y que es muy divertido. Ella empezó a hablarme de los pastores que corren con un bastón en la montaña y en los barrancos para buscar las cabras.
Bueno, una caminata por la montaña, cómo no!
Hasta que Pedro me preguntó: “Y tú sabes saltar?” Cómo que yo no sé saltar, claro que sí. Después me explicaron todo, enseñándome la película del Tarogor Chiregua y entendí lo que era “saltar”.
Así que llegó el domingo, a las 9 de la mañana en el local del grupo con Petri y Daura.  Ahí, esperándonos, una parte del grupo, todos adultos y deportistas, más Roberto, muchacho de quince años. Esperando la hora de irnos, el muchachito y Petri me aprendieron lo básico (salto a pie juntos y salto de banda), porque yo era el único debutante. Mientras, otros llegaron en un total de cuasi 25 personas.

Después de arreglar todo y de cargar las lanzas, nos fuimos por el barranco arriba de la “Rosa de piedra” (o Margarita de piedra según sus gustos botánicos...).
Ahí empezamos a subir unos 20 minutos para calentarnos, nos estiramos y... Ya, vino el momento de saltar...
Desde el principio, se notan los valientes, los que se quedan por atrás, los que esperan, que juegan a saltar y saltar otra vez la misma piedra para perfeccionar su técnica.
Me quedé (qué sorpresa...) con el grupo de atrás... Y aprendí con Petri a brincar y cuando llegó la primera roca alta, y que unos (incluido yo) buscaron un pasaje para ir bastoneando, yo vi lo que era realmente un salto a regatón muerto... saltar una altura superior al tamaño de la lanza, sin que ella toque el suelo al lanzarse...  En ese juego, fue impresionante la facilidad de Fran, bajando suavecito hasta el suelo, y también lo hicieron tranquilamente los otros chicos fuertes. Pero, en el salto más alto de todos, llegó ese muchachito, Roberto. Bueno, el no es chiquito pero el salto era de 5 veces su tamaño, y... saltó...
Después seguimos bajando, encontrando otros saltos, y todos, de todos niveles brincando, hablando, con este sol maravilloso atrás de nosotros, con vista al mar allá a lo lejos a través de los pinos limitando el barranco.
Petri y Fran ayudando y dando consejos, haciendo admirar su técnica a veces y todo el mundo bajando y bajando hasta el momento donde el estómago nos dijo de pararnos.
Al final de la pausa, seguimos brincando hasta la “Rosa de piedra” ( o la Margarita, como usted quiera, pero eso ya se lo dije...).
Allí se tomaron unas fotos y me enseñaron las habilidades: la vuelta del pastor y el garabato, juegos que hacían los pastores para ver cuál era el más flexible.
Por fin, bajamos a las nubes, a tomarnos un café y se preparó aquí, otro sendero, del lado este del valle.
Yo, y unos otros no fuimos sin hacer este último... Me fui cobardemente..., mi energía había caído, pero Petri me contó de él, de las Cuevas de Bencomo. Me dijo que había una barandilla que protegía de una altura, pero no pudo proteger del vértigo a María José, a Eduardo y a Jorge; que Samuel se inventó un novedoso brinco llamado “combinación de salto a precisión más, salto a regatón muerto, más culazo”, que se hace a una improbable altura; y que Mela, confundida entre tanto rabogato, estuvo a punto de hacer su primer salto a regatón muerto. Al parecer la gente que hizo la ruta se quedó muy presta con la subida de adrenalina.
Yo concluyo diciéndoles que al final, lo que me imaginé divertido antes de hacerlo, lo era mucho más que lo que había pensado. Observé que el “salto del pastor” es un real ejercicio físico, técnico y más que todo eso, con un equipo de gente feliz, divertido y apasionado.
¡¡Gracias a todos por este día, y que sigan felices brincando como pastores en la montaña!!
Robin