En el curso
2012-2013 de la escuela Municipal del Tagoror Chiregua, Cati escribía en el
blog de la Escuela este diario de la ruta que habíamos hecho uno de tantos
sábados. Fue en el carnaval de 2013. Ese sábado hicimos la ruta del Ancón. La recuerdo divertida, a
Cati y a la ruta, estuvimos mucho rato cantando y vacilando sobre lo que nos depararía los riscos que
estábamos explorando (era la primera vez que los alumnos hacía en Ancón si no
recuerdo mal) y se nos ocurrió bautizarla con el nombre de la peligrosa. Fue un
día de muchas risas y alegría.
Este fue el
relato que ella hizo de aquella rutita:
“Después
de que don Carnal, considerado en alguna alegoría como un hombre mundano y
amante de los placeres, fuese retado por doña Cuaresma, así fue el Saltador retado por el Risco en un
Sábado de Piñata. Un día en el que cada uno sigue su son sin quedarse atrás los
saltadores y las saltadoras que como todos los sábados acuden a la llamada del
risco, quisieron danzar con la lanza, su pareja, a cada paso, a cada brinco.
Mientras
al fondo se oía el ritmo carnavalero del Puerto de la Cruz, comenzamos la danza
subiendo por un lado del risco hacia Vista Paraíso. Llegando a su punto más
alto, cruzamos al otro lado del risco para su descenso hacia las huertas del
Ancón a través de un camino por el que
los saltadores y las saltadoras bastoneamos
a la derecha, a la izquierda, hicimos pasos de lado “hasta el regatón” y
dimos algún pequeño brinco.
Llegamos
a las huertas, parte del escenario donde continuamos danzando. Los muros nos
invitaron a hacer un lado a lado así que como si de un salto de banda se
tratara pusimos ambos pies por un lado de la lanza y pegando el cuerpo a ella
brincamos de un muro a otro. Este escenario dio mucho juego y también nuestro
apoyo, la lanza. Nos pusimos a probar otras de nuestras habilidades desplazando nuestro cuerpo hacia delante,
paralelos al suelo y perpendicularmente a la pared mientras
sujetábamos la lanza que estaba apoyada en el suelo y sin dejar de mantener los
pies en la pared, luego despegamos los pies de la misma haciendo un pequeño
brinco a pies juntos.
Habíamos
descendido el risco pero el ritmo de los saltadores y las saltadoras iba en
crescendo y es que al son de “Amapola, lindísima Amapola…” y con letra “Peligrosa, lindísima Peligrosa…”
una melodía nos llevó hasta ella, hasta la Peligrosa en las huertas del Ancón a
la que otros llamaron Sabrosa, Envidiosa…la más certera sería PRECIOSA. Aquí se
dieron los últimos pasos de nuestro particular baile de piñata, hubo quienes
danzaron con pequeños brincos y otro quienes se atrevieron a danzar el regatón
muerto sumergidos en el silencio del Ancón”.
Cati
Hoy hemos querido recordara a nuestra compañera, quedará para siempre en nuestro recuerdo y sus palabras nos acompañarán. DEP
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