El pasado domingo estuvimos en los
riscos de Teno, llegamos con la intención de subir desde el cargadero hacia la
Veta de las Cintas por el Paso Rompido y terminamos subiendo por el Camino del
Risco con su piedra Teñidera (en mi opinión cazoletas) hacia el Descansadero
que dicen los Teneros y el Tagoror como lo llamamos otros, para terminar
descendiendo por el Marrubio dejando atrás el paso Carnero y a nuestra
izquierda el Barranco de Ajoque camino hacia el Toscón, desde donde disfrutamos
de las sensación de vértigo en el acantilado. Topónimos los de estos lugares
que sin nuestros pasos corren el riesgo de perderse, memoria de nuestros
antiguos.
Este cambio de ruta sobre la marcha responde a que estábamos en compañía de miembros del colectivo, entre ellos Fran el presi que nos abrió la ruta. Brincar en estos riscos para mí es ir a la fuente, a la madre, es en ellos donde comprendo con todos mis sentidos porque la lanza se hizo imprescindible en otros tiempos y me siento afortunado de poder seguir sus pasos y sus huellas en el risco. Los pequeños muros en los lugares precisos para facilitar el paso, o lo portillos de piedra para controlar el ganado, me conectan con un tiempo de necesidades, de pasar penas que diría mi abuela, en el que se encontraba el sustento en estos riscos. Nunca me cansaré de honrar la memoria de esta gente.
El domingo cuando llegamos a la
carretera nos encontramos con un vecino de Buenavista que nos dijo: “¿bajaron por el Toscón? Ese camino lo tenía bien cuidado Francisco
el Dornajo” , que sirvan estas palabras para honrar su memoria y agradecer
que nosotros podamos seguir sus pasos, brinco a brinco.
Juan
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