¡¡¿¿Pero a dónde van??¡¡ Y bajan así por el barranco??¡¡ Mira¡¡ ya han llegado¡¡ Increíble¡¡
Muchas emociones sentí la primera vez que vi a un grupo de amigos bajando con sus lanzas por aquel barranco, y ahora, tantos años después, aquí estoy, aprendiendo en el salto del pastor.
Quién dijo fácil, claro que no lo es, pero vamos a intentarlo, aprovechando al máximo las explicaciones de maestros y compañeros, quienes hacen que confiemos más en nosotros mismos, en cada paso, cada salto, en la búsqueda de soluciones, de otras posibles alternativas, y cómo no, de confiar en la lanza, hacerla como parte de nuestro cuerpo, pues en ella está la clave que nos hará mejorar en esta técnica tan singular y propia de nuestra tierra, y de la que tengo la esperanza que algún día pueda llegar a perfeccionar.
Carmen Reyes
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