Mis sensaciones en el salto del
pastor
(Alumnos de salto del Tagoror Chiregua, aunque en realidad, ni Petri lleva látigo ni somos tan feos)
Caminábamos
juntos hacia el barranco, las lanzas tambaleándose levemente como mástiles de
30 fragatas y dibujando su silueta
contra el sol y... nuestra primera clase.
Llevo años queriendo aprender el Salto del
Pastor: Recuerdo bien el primer día que vi a un grupo de personas aparecer mientras yo caminaba por un sendero excavado en el costado de una montaña. Tenía 12 años. Aparecieron y desaparecieron en unos instantes, de repente se habían esfumado en el tiempo que pude parpadear solo un par de veces, lo único que quedó de aquella aparición fue el sonido: el toc toc de las lanzas golpeando el suelo.
Ese breve
momento me llenó de una sensación de libertad; de no tener que seguir por el
sendero estrecho definido por otros. Presentí la posibilidad de elegir yo mismo
el camino y llegar a lugares nuevos con una rapidez y facilidad que hasta ese
momento me había sido imposible y aquí estoy en vías de conseguir esa libertad
intuida.
Aunque
todavía no he llegado al nivel de esos “superhéroes con palos mágicos” que alcancé
a ver ese día, recuerdo el momento en que bajé, por primera vez una pared escarpada y que, sin lanza, nunca me hubiera atrevido a bajar.
Me dí cuenta que había superado el primer paso hacia esa libertad tan deseada...
Jonatan
Bonita forma de ver esta actividad, hoy me dijeron aquí en Tenerife estas haciendo "el salto del mago" y contesté que etimológicamente sería "el salto de los que brillan" y sin duda todos los que se acercan y están este colectivo son gente que brilla luz propia
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